Todo lo que sucede es perfecto

Preámbulo

Hace unos días encontré una nota con el título «Todo lo que sucede es perfecto, según los estoicos» y me pareció muy bueno replicarlo, pues muchas de las cosas que señala, tienen sentido (al menos para mi).

Para empezar, quizás valga la pena recordar lo que es un estoico, que anteriormente mencioné en esta nota.

Estoico: Se dice de una persona o del individuo, fuerte, firme, impasible, ecuánime, paciente, sereno, sumiso, resignado, manso o conformista ante una desdicha, desgracia o una circunstancia desfavorable.

Lo que sucede es perfecto

Los estoicos señalan que todo lo que sucede es perfecto. Lo ven así porque asumen que existe un orden universal, en el que tenemos solo un pequeño margen de acción. Cada cosa que nos ocurre es una revelación y así debe ser vista.

Qué es la naturaleza?

Un importante número de filósofos estoicos sostiene la idea de que existe un orden universal en todo lo que ocurre. Dicho de otro modo, todo lo que sucede es perfecto, de una forma u otra. Es decir, que solo ocurre lo que debe ocurrir: lo que ha de suceder, sucederá.

La perfección de la que hablan estos filósofos no es la ausencia total de errores, defectos o dificultades. A lo que se refieren es a esa suerte de coherencia, a partir de la cual cada pieza encaja en el lugar que le corresponde. Hay una lógica interna en los hechos, que siempre termina imponiéndose.

En este punto los estoicos coinciden con las filosofías orientales y con una gran cantidad de religiones. Todo lo que sucede es perfecto porque cumple con un destino. No necesariamente un destino escrito de antemano, sino configurado por infinidad de circunstancias que confluyen para dar lugar a todo lo que nos sucede constantemente.

Para los estoicos, todo lo que sucede es perfecto, porque da como resultado una forma única y exclusiva de vida.

La aceptación

Muchos de los hechos iniciales de lo que podemos llamar «destino» encierran contradicciones, dificultades y problemas. Sin embargo, también señalan un camino específico, que cada uno de nosotros debe recorrer, de acuerdo con sus particularidades. Todo lo que sucede es perfecto de ahí en adelante, porque desarrolla la esencia de lo que somos.

El error está en suponer que existen los modelos o los paradigmas universales para el ser humano. Ni hay un tiempo ideal para nacer, ni hay padres ideales, ni ninguna de las otras circunstancias pueden estar exentas de contradicciones. No darnos cuenta de esto, nos lleva a una inconformidad absurda.

Y es absurda porque es inútil rebelarnos contra lo imposible. Podemos renegar mucho, pero esto no cambia nada. De hecho, cuanto mejor se aprenda a aceptar esa realidad única y exclusiva que nos tocó vivir, menos expuestos vamos a estar al sufrimiento.

Aceptar no es resignarse

Ni Séneca, ni los demás filósofos estoicos, piensan que la aceptación de ese destino único que nos corresponde equivale a la resignación. Mucho menos a una resignación amarga, que conduzca a la impotencia. Más bien propugnan porque abramos los brazos a lo que nos ocurra, comprendiendo que todo lo que sucede es perfecto. Celebrar ese misterio que nos hace completamente únicos en el mundo.

Tenemos, de todos modos, un margen de acción. Es pequeño, pero existe. Se manifiesta como la posibilidad de optar por uno u otro camino, por una u otra acción, en diferentes momentos de la vida.

Los estoicos insisten en que la aceptación del orden universal se materializa cuando no renegamos por los resultados de nuestras acciones, sino que los abordamos como una revelación. Una señal de que todo lo que sucede es perfecto.

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